viernes, 20 de octubre de 2017

Haciendo excepciones

Hoy la vida me ha dado una pequeña tregua, y me veo con tiempo de echar un vistazo desde el ordenador a mis redes. Esto, que antes hacía de forma rutinaria todas las mañanas, se ha convertido en un imposible diario.
El caso, es que soy administradora del grupo de Facebook que recoge la actividad del grupo de apoyo a la lactancia en el que ejerzo mi voluntariado. Ante el caso reciente de una madre que ha sido expulsada de un lugar público por amamantar, una de mis compañeras en la administración ha compartido en ese grupo un artículo fantástico. Fíjate si será fantástico, que me voy a comer aquí mi regla de no compartir de lugares ajenos, porque este merece la pena. Y de paso voy a dar las gracias a Lorena Moncholi, abogada y lactivista, por esta perla. Se trata de una guía de actuación en el caso de que te recriminen por amamantar en público o te conminen a abandonar un lugar . Imperdible.

Bueno, pues me levanto hoy, voy a mirar mis cositas con el culo aposentado en buen asiento, y no como siempre, y me encuentro con que alguien ha reportado esa publicación a la administración.
Por supuesto, yo he aceptado el enlace y me he pasado por el arco de triunfo el reporte, faltaría más. No sólo no incumple ningún punto de la filosofía del grupo, sino que me parece una guía absolutamente imprescindible dada la cantidad de gilipuertas que andan por el mundo alante.

Y es que no lo entiendo. ¿Qué tiene este artículo de reportable? Absolutamente nada. Leedlo, por favor, porque yo lo he hecho dos veces esta mañana para encontrar el pero.

Sé que mi compañera está intentando averiguar de la persona que lo reportó la razón de que le incomode que, en un grupo de apoyo a la lactancia, se informe sobre cómo poner una queja y denuncia ante los organismos competentes contra personas y gerentes que se creen con derecho de intimidar a una mujer y prohibirle que amamante. Pero es que creo que no hay justificación, salvo que a alguien le moleste que las mujeres tengan herramientas para defenderse y además sepan utilizarlas. O eso, o esta persona se equivocó y quería hacer otra cosa y de repente hizo "ups, se me ha ido el dedo", en cuyo caso, mis disculpas.

Pero esto no sólo pasa con algo tan nimio como lo que describo.
 Desde que me quedé embarazada la primera vez (y de eso hace casi 16 años) he oído muchas veces cómo quienes deberían facilitarnos toda la información nos dicen que dejemos de buscar y nos dejemos hacer. Cuando somos madres perdemos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestras cosas, y ya lo hacen otros por nosotras; y el primer punto para ello es privatizar la información, decir quién debe darla y a través de qué medios, demonizar a quienes publican a través de otros medios y canales esa información. Y si estamos hablando de redes sociales, pues darle a un botón, que es mucho más higiénico y no hay que mojarse.

Porque esa es otra: Facebook se ha convertido en un festival de denuncias y reportes ante informaciones que implican sólo al cuerpo femenino. Aclaro que implican al cuerpo femenino que no pertenece a un hombre, al que pertenece al niño y a ella misma. Si pones una foto de una mujer pariendo o amamantando hordas salvajes de puritanos de mierda denunciarán la foto o el reportaje a facebook como "contenido inapropiado", mientras tíos babosos de mierda siguen compartiendo en páginas del caralibro fotos de mujeres desnudas como objetos de sexo para otros tíos babosos de mierda, que nunca parecen ser "contenido inapropiado". Y se hace desde la impunidad que da el anonimato de quien denuncia.

Pero igual que yo he hecho dos excepciones contando lo que pasa en mi grupo de apoyo a la lactancia y compartiendo un enlace ajeno, Facebook también hace una excepción al anonimato: cuando reportas una publicación al administrador de un grupo, lo haces con nombre, apellidos y perfil.

Y aquí tenéis: una foto de una teta, que es la mía, siendo claramente propiedad de un bebé. Ahora vas, y la denuncias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario